jueves, 18 de marzo de 2021

Solemnidad del Señor San José

 Orante, paciente, silencioso: San José, el santo del silencio


Dios Padre ha querido tener a San José como su representante aquí en la tierra. El honor más grande de san José es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo dice que era descendiente de la familia de David. Una muy antigua tradición dice que murió un 19 de marzo. De san José únicamente existen los datos históricos que Mateo y Lucas narran en sus evangelios. Sobre todo hablan de sus sueños y de sus sufrimientos.

Sueños: 

Como los profetas del Antiguo Testamento, san José fue alentado en sueños a hacer la voluntad de Dios, para cumplir su importante misión en la Historia de la Salvación. Pero también como los profetas, para poder tener esos sueños y poder entenderlos, fue un hombre de oración. En realidad, a cualquier hombre de Dios, contemplativo y confiado, no le es difícil saber, a través de mil modos distintos, cuál es la voluntad de Dios.

Mateo narra cómo San José, al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla, dispuso abandonarla en secreto. Y dice el evangelio que su determinación se debió a que “José era un hombre justo”. En la Biblia, “ser justo” es lo mejor que un hombre puede ser, cumplidos de la ley. Pero en un sueño fue advertido de a Quién esperaba María era el Hijo del Altísimo. 

Los otros dos sueños son los de Belén y Egipto: en el primero, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. En el segundo, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver a Israel. Hay otro sueño apócrifo, es decir, transmitido fuera de la Sagrada Escritura y de la Tradición, por lo que no tiene ni confirmación histórica y forma parte de la fe. Pero es interesante conocerlo porque está presente en la iconográfica del santo:

La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.

5 dolores y gozos:

En los Evangelios encontramos también cinco grandes dolores de san José. Pero a cada dolor le corresponde una inmensa alegría:

1. El primer dolor: Ver nacer al Niño Jesús en una pobrísima cueva en Belén, y no lograr conseguir ni siquiera una casita pobre para el nacimiento. A este dolor correspondió la alegría de ver y oír a los ángeles pastores llegar a adorar al Divino Niño, y luego recibir la visita de los Magos de oriente con oro, incienso y mirra.

2. El segundo dolor: fue el día de la Presentación del Niño en el Templo, al oír al profeta Simeón anunciar que Jesús sería causa de división y que muchos irían en su contra y que por esa causa, un puñal de dolor atravesaría el corazón de María. A este sufrimiento correspondió la alegría de oír al profeta anunciar que Jesús sería la luz que iluminaría a todas las naciones, y la gloria del pueblo de Israel.

3. El tercer dolor fue la huida a Egipto. Tener que huir por entre esos desiertos, sin sombras ni agua, y con el Niño recién nacido. A este sufrimiento le correspondió la alegría de ser muy bien recibido por sus paisanos en Egipto y el gozo de ver crecer al Divino Niño.

4. El cuarto dolor fue la pérdida del Niño Jesús en el templo y la angustia de buscarlo por tres días. A este sufrimiento le siguió la alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo en sus casa hasta los 30 años y verlo crecer en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.

5. El quinto dolor fue la separación de Jesús y de María al llegarle la hora de morir. Pero a este sufrimiento le siguió la alegría, la paz y el consuelo de morir acompañado de los dos seres más santos de la tierra.

Orante, paciente, silencioso. Con María su esposa, hizo grandes cosas dejándose hacer por Dios: San José, el santo del silencio.

Es un caso excepcional en la Biblia: no se le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: “Sean pocas tus palabras”.

Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. “San José, Patrono de la Vida interior,             enséñanos a orar, a sufrir y a callar“.



lunes, 8 de marzo de 2021

El Catecismo de la Iglesia Católica.

 

Tema #1

Inicio, prólogo y estructura del Catecismo de la Iglesia Católica

        El Catecismo de Iglesia Católica (CEC) debe ser, para todo cristiano, un documento, un libro de cabecera, una nota de base; el Papa Francisco, en la Encíclica Lumen fidei, le califica como «instrumento fundamental para aquel acto unitario con el que la Iglesia comunica el contenido completo de la fe, “todo lo que ella es, todo lo que cree” (DV, 8)»

El CEC surge en el año de 1992, tras el trigésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, gracias a la labor de la Comisión de doce cardenales y obispos encabezado por el  cardenal J. Ratzinger; y un grupo más que se encargo de la redacción.

Hay que remarcar que el CEC tiene un valor doctrinal: en primer lugar porque esta aprobado por un papa, en este caso por S.S. Juan Pablo II, y éste tiene autoridad apostólica; posteriormente, porque se expone la fe de la Iglesia y de la doctrina católica que serán atestiguadas por la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio. Será, entonces, una "regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido [...] al servicio de la comunidad eclesial" (Intro. CEC. 4)
  
Es necesario que todo cristiano tenga una noción de la estructura que tiene el CEC, así, cuando se requiera, será de una manera mas cómoda y sencilla la búsqueda de las respuestas que se indaguen. Ahora bien, como nota para las futuras publicaciones se expondrá entre paréntesis los números de la referencia que aparece en el catecismo.

Dentro del prólogo del CEC (no. 1-25), se encuentra entre varios apartados, desde el objetivo de la vida del hombre (1-3), que es amar y conocer a Dios; la transmisión de la fe por medio de la catequesis (4-10); el fin y los destinatarios de dicho catecismo (11-12); la estructura (13-17); algunas indicaciones practicas (18-22); y las adaptaciones que fueron necesarias realizar (23-25).

Siguiendo modelos anteriores la estructura tomará cuatro pilares: 

a) La primera parte es la profesión de fe o el Credo: resumiendo lo que Dios da a los hombres, entre ellos el de conocer y reflexionar lo que confesamos y expresamos a los demás por medio de la fe dado en el bautismo y por tanto, pertenecientes a Cristo. Dividido en dos secciones con tres capítulos cada uno: primera sección "creo-creemos", y segunda sección: "la profesión de la fe cristiana", tocando el tema de cada una de las personas de la Santísima Trinidad.  

b) La segunda parte son los sacramentos de la fe: acciones litúrgicas y sagradas visiblemente por medio de signos y expresan la salvación por parte de Dios a través de Jesucristo por medio del Espíritu Santo. Dividido en dos secciones: 1ra. "La economía de sacramental" y la 2da "Los siete sacramentos de la Iglesia".

c) La tercera parte es la vida según la fe, es decir, el objetivo del hombre, el vivir según los mandamientos para llegar a ser alguien bienaventurado: llegar a la santidad. Dividido en dos secciones, la 1ra. "La vocación del hombre: la vida en el Espíritu", y la 2da "Los diez mandamientos".

d) La cuarta parte es la oración en la vida de la fe: remarcando el sentido y la gran importancia que tiene la oración en el hombre que es creyente, y posteriormente, meditando la oración del Señor: "Padre Nuestro" (ésta es la sección dos). Dividido en dos secciones: 1ra. "Oración en la vida cristiana", 2da "La oración del Señor". 

Con la ayuda de esta distribución cuadripartita se quiere favorecer al aprendizaje y a la asimilación del contenido que se presenta. 
Al finalizar el prólogo se resalta que se observe la sana doctrina y que se enseñe para ganarse a todos para Cristo, pero siempre con y en la Caridad, es decir, en el y por el Amor (con mayúsculas), que es el mismo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

«El camino mejor es el que el Apóstol [...] mostró:  Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no se acaba. [...] se debe siempre hacer aparecer el amor de Ntro. Señor, a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el amor, ni otro término que el amor». (Catecismo Romano, Prefacio 10: ed. P. Rodríguez, 1989)









Solemnidad del Señor San José

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